Arboles que dan fruto


Núm. 240 - Sábado 27 de Agosto del 2011 - Año No. 5


LOS árboles fueron creados por Dios con el propósito de que dieran fruto. Entre las tantas comparaciones que hace la Biblia con el hombre, está también el árbol; y el rey David lo dice de esta manera: ”Y será como el árbol plantado junto a arroyos de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Salmo 1:3).

 

Existen un sinfín de árboles de diversas especies. Todos tienen el fin de dar fruto. Como Iglesia de Dios tenemos la obligación de dar fruto, y que éste sea bueno y abundante. No podemos ni debemos estar plantados junto a arroyos de aguas sin dar el fruto que Dios espera de nosotros. Sería tan paradójico como tener vida y no vivir. El árbol vive en el fruto.

 

Los frutos debe ser constantes. Que en cada ocasión que el Señor busque fruto en nosotros pueda encontrarlo, porque Él tiene por costumbre buscar fruto en nosotros con frecuencia. Fue necesario que Jesús ilustrara sus enseñanzas con parábolas como en este caso: ”Y dijo esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra? Él entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y estercole. Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.(Lucas 13:6-9).

 

Se espera un buen fruto de nosotros, pero acostumbramos dar poco, realmente poco del que debemos. Las raíces deberán estar bien arraigadas para dar firmeza al tronco y a sus ramas. Deberán nutrir abundantemente al árbol para que logre dar su fruto a su tiempo. Las hojas deberán ser abundantes, ¿y los frutos? deberán ser simplemente como Dios los desea. Sólo los árboles que den buenos frutos permanecerán. Los demás serán cortados y echados al fuego, según Juan 15:6; “El que en mí no estuviere, será echado como mal [árbol], y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden". Si estamos en Dios haremos mucho fruto (verso 5).

 

Dios se agrada de que llevemos frutos dignos de árboles plantados y cuidados por Él. No permite que ocupemos una fracción de tierra sin que demos fruto. Si no lo hacemos como se nos pide, seremos cortados por Dios y seremos destruídos. “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto...” (verso 8). Dios sólo se agradará de todo árbol que cumpla dando su fruto. De los demás los ha destinado para un fin muy desagradable. De cada uno depende dar el mejor fruto.

 

Reflexionemos en que sólo del hombre con muchas y buenas obras se agradará Dios: “Porque él será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viniere el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de hacer fruto”. (Jeremías 17:8)

 

Nosotros marcamos la diferencia. Dar mejores frutos de los que hasta hoy damos, o ser destruidos porque somos árboles infructuosos. 

 

Hermano Jazziel Benjamín Picazo Cruz